«The simple path to wealth» de J.L. Collins

Seguramente el libro «La bolsa o la vida» sea mi libro favorito sobre independencia financiera, sobre todo por ir más a la raíz de por qué necesitamos la independencia financiera, pero desde un punto de vista de autorrealización, de vivir según nuestros principios, de llevar una vida sencilla… Pero si algo le falta a este libro, es entrar más el detalle sobre cómo conseguirlo desde el punto de vista de la inversión. Y es precisamente en este aspecto en el que creo que destaca el libro de J.L. Collins.

Estoy muy de acuerdo con lo que a veces comenta Paco Lodeiro en el podcast «Value Investing FM» sobre muchos libros americanos sobre finanzas: Te escriben un libro de cientos de páginas para explicar algo que se podría contar en un capítulo y te machacan con los mismos conceptos una y otra vez… Este libro en parte es así, pero igual es bueno ser cansino, teniendo en cuenta que al final la mayoría de la gente conoce o puede conocer fácilmente estos conceptos pero o no los llega a poner en práctica o no siguen el plan hasta el final.

Ya al principio del libro, el auto da unas guías sobre el camino a la independencia financiera que establecen los principios de lo que va a explicar en el resto del libro:

  • Gasta menos de lo que ganas y evita la deuda.
  • Evitar a las personas fiscalmente irresponsables y a los asesores financieros.
  • Evitar que sean nuestras posesiones las que nos posean a nosotros..
  • El dinero puede comprar muchas cosas, pero lo más importante es nuestra libertad.
  • Tener en cuenta el impacto fiscal de nuestras decisiones.
  • Invertir bien nos es complicado.
  • Intentar llegar a ahorrar e invertir un 50% de nuestros ingresos.
  • Ser consciente de que los mercados pueden caer, pero hay que aprovechar las caídas para comprar más, porque volverán a subir.
  • Cuando puedas vivir con el 4% de tus inversiones, habrás alcanzado la independencia financiera.

Una primera escala en el largo viaje hacia la independencia financiera es el F-You Money. Los americanos son muy políticamente correctos y por eso no pone lo que es la «F», pero yo no lo soy: La «F»es de «Fuck» (joder, en inglés). J.L. cuenta cómo se dio cuenta de lo importante que es tener un cantidad de dinero que nos aporte la independencia suficiente para poder tomar nuestras decisiones sin depender de otros. Gracias a este dinero, ha podido vivir la vida que ha querido, trabajando intermitentemente en lo que le apetecía y alcanzando finalmente la independencia financiera.

Aunque su consejo es evitar la deuda, sí que diferencia entre deudas con intereses altos, que hay que eliminar cuanto antes, y deudas con tipos bajos, que puede interesarnos no pagar rápidamente y dedicar el dinero que normalmente dedicaríamos a cancelar la deuda, a inversión.

La siguiente pregunta es: ¿Puede cualquiera alcanzar la independencia financiera? Pues depende, pero siguiendo su consejo de gastar menos de lo que ganamos en invertir el resto, debería ser posible. Da algunos ejemplos (un poco optimistas en mi opinión), con tasas de ahorro del 50% y retornos del mercado del 11.9% anual.

En el siguiente capítulo, el autor reflexiona sobre cómo pensar sobre el dinero y define tres niveles:

  • Considerar el coste de oportunidad: Gastar 20000 euros en comprar un coche, incluso teniendo el dinero en efectivo, no se trata solo de los 20000 euros, sino de lo que podríamos haber hecho con ese dinero.
  • El dinero es para gastarlo y conseguir cosas.
  • Invertir el dinero.

Hay que invertir el dinero, pero siempre parecerá que es mal momento. Debemos evitar los sesgos que nos hacen tomar malas decisiones de inversión. Para ello, se basa en datos sobre el comportamiento de la bolsa:

  • Siempre va a haber periodos en los que caiga la bolsa.
  • El mercado siempre se recupera.
  • El mercado siempre sube.
  • La bolsa es la mejor inversión a largo plazo.
  • En los próximos años habrá tantas recesiones y colapsos como en el pasado.
  • Hay que aprender a ignorar el ruido y capear el temporal, manteniendo el rumbo y aumentando las posiciones si es posible.

A pesar de lo dicho anteriormente, el hecho es que la mayoría de la gente pierde dinero en bolsa por varios motivos:

  • Pensamos que podemos predecir el comportamiento del mercado.
  • Pensamos que podemos elegir acciones individuales que se comporten mejor que el mercado.
  • Pensamos que podemos elegir fondos activos mejores que los índices.
  • Nos fijamos en el comportamiento de los mercados, y no en cómo lo hacen realmente las empresas en las que estamos invirtiendo.

El autor aboga por la simplicidad, y para ello propone tres consideraciones y tres herramientas:

  • Consideraciones:
    • ¿En qué etapa de nuestra vida financiera nos encontramos? ¿Acumulación? ¿Preservación? ¿Una mezcla de las dos? Esta etapa no tiene por qué estar ligada a nuestra edad, sino a nuestros objetivos en el futuro
    • ¿Qué nivel de riesgo somos capaces de soportar?
    • ¿Nuestro horizonte de inversión es a corto o a largo plazo? El autor está en contra de la regla de asignar a renta fija un porcentaje de la cartera de 100-edad por dos motivos: El primero es que como ha comentado antes, la etapa de nuestra vida financiera no tiene por qué corresponderse a nuestra edad; por otro lado, comenta que a los 60 años todavía nos pueden quedar otros 30 años de vida, y el valor de los bonos es destruido a largo plazo por la inflación.
  • Herramientas:
    • Acciones: El autor propone invertir en el VTSAX (Vanguard Total Stock Market Index Fund) . Este fondo invierte solo en acciones americanas, el autor no es partidario de invertir en acciones internacionales por varias razones: Añade riesgo, añade gastos (el fondo VTSAX tiene gastos MUY bajos), y la mayoría de las empresas americanas operan internacionalmente, así que en realidad ya está invirtiendo en el resto del mundo.
    • Bonos: El autor propone invertir en el VBTLX (Vanguard Total Bond Market Index Fund)
    • Efectivo.

Mucha gente se resiste a la idea de indexarse en sus inversiones. El autor indica las siguientes razones:

  • Muchas personas son incapaces de aceptar que no son capaces de batir al índice, a pesar de que las estadísticas indican que la mayor parte de los fondos de gestión activa no son capaces de hacerlo.
  • Indexarse supone estar en la media y la gente se resiste a pensar que van a estar en la media. Como dice el autor, esto es un poco engañoso, ya que el índice no es la media, porque la mayor parte de los fondos no son capaces de batirlo.
  • En los medios de comunicación aparecen historias sobre profesionales que baten a los índices durante uno, dos, tres años… Pero la inversión es un juego a largo plazo, y tenemos la misma probabilidad de escoger los gestores adecuados que de escoger las acciones que más van a subir en cada momento.
  • Se suele subestimar los costes de los fondos de inversión. Puede parecer que pagar una comisión de un 1 o 2 por ciento anual no es demasiado, especialmente en años con rentabilidades buenas, pero mirémoslo de esta manera: Si al retirarnos queremos vivir sacando un 4% anual de nuestras inversiones, estamos pagando al gestor entre un 25 y un 50% de lo que estamos retirando.
  • La gente quiere resultados rápidos, invertir en fondos indexados que dan la rentabilidad del índice no parece lo más excitante del mundo.
  • Hay toda una industria de gestoras, analistas, bloggers, brokers, etc, que vive de obtener comisiones por la compra venta de acciones, fondos de gestión activa, recomendaciones, etc. En resumen: Estamos bombardeados continuamente con información que nos lava el cerebro para no invertir en fondos indexados.

A menudo no se ve la necesidad de invertir en renta fija, sobre todo en épocas en las que hemos tenido tipos de interés bastante bajos, como estos últimos años. El autor dedica un capítulo a los bonos y a explicar por qué es importante tenerlos en la cartera. Hay varios motivos:

  • Protegen de la deflación, reducen la volatilidad de la cartera y pagan unos intereses.
  • Mientras que las acciones nos hacen propietarios de parte de una empresa, los bonos nos hacen prestamistas de las empresas o de gobiernos.
  • Si invertimos en un fondo indexado de bonos, podemos invertir en miles de bonos diferentes, lo que disminuye el riesgo respecto a invertir en bonos individuales.

Hay dos elementos que afectan a la rentabilidad de los bonos: el interés que pagan y el plazo. El interés que pagan suele estar en función a la calidad crediticia de la entidad que los emite, que va desde AAA (más calidad) a D (menor calidad). Pero aunque el tipo de interés es fijo, el precio del bono no lo es: Si los tipos de interés suben, el precio del bono bajará porque será menos interesante comprar ese bono; y al revés, si los tipos de interés bajan, el mercado estará deseando comprar los bonos y su precio subirá. Y normalmente los bonos de más largo plazo ofrecerán intereses más altos que los bonos de más corto plazo. Pero puede darse el caso de que se invierta la curva de tipos de interés en función del tiempo y que se pague más por bonos a corto plazo que por bonos a largo plazo.

Otro riesgo para los bonos es la inflación. Los bonos nos protegen contra la deflación, pero la inflación les afecta negativamente: Por eso los bonos a largo plazo suelen pagar más, aunque en el caso de curva de tipos invertida se puede prever que habrá bajada de la inflación o incluso deflación, y por eso los bonos de corto plazo pagan más.

Entonces, ¿en qué invertimos? El autor distingue entre dos etapas de nuestra vida:

  • Acumulación de riqueza: 100% indexado a renta variable, aunque comenta que incluir entre un 10 y un 25% en renta fija no debería restar demasiada rentabilidad a la cartera.
  • Preservación de riqueza: Aquí ya sí que plantea directamente tener un 75% en renta variable, 20% en renta fija y 5% en liquidez, con la inversión en renta fija y renta variable siempre a través de fondos indexados. Y rebalanceando periódicamente para mantener los porcentajes. También comenta que estos porcentajes son una referencia, y que dependiendo del riesgo que pueda asumir cada uno los porcentajes pueden variar. Sobre el rebalanceo comenta que no hay pruebas de que aporte mayor rendimiento o seguridad a la cartera; aun así él confiesa que rebalancea anualmente.

¿Cómo pasamos de una etapa a la otra? J.L. sugiere empezar a pasar parte de la cartera a renta fija cinco o diez años antes de la fecha de retiro, sobre todo cuando se tiene una fecha claramente definida. Si la fecha es flexible, cree que se puede esperar hasta el último momento para hacer este cambio. También habla sobre los «target retirement funds» de Vanguard. Estos fondos ya incluyen dentro acciones y bonos en una proporción que dependerá de lo cerca que estemos de nuestra fecha objetivo. Con estos fondos se evita tener que rebalancear o ir modificando la cartera manualmente a medida que nos acercamos a nuestra fecha objetivo.

El principal motivo de que J.L. utilice fondos indexados de bajo costes es porque no le gustan los asesores financieros debido a los costes que tienen:

  • Comisiones: los asesores suelen llevarse una comisión por los fondos que nos recomiendan. Esto suele pasar con la mayoría de las comercializadoras de fondos, a las que se les paga parte de la comisión que nos cobra la gestora del fondo.
  • Modelo de activos bajo gestión: Hay asesores que cobran un porcentaje anual de los activos bajo gestión.
  • Tasa horaria: El asesor solo nos cobra una tasa horaria por el tiempo que nos dedique.
  • Una combinación de los tres anteriores.

En la última parte J.L. habla sobre qué hacer una vez que hayamos alcanzado la independencia financiera. La regla del 4% puede ser un buen comienzo para definir cuánto vamos a retirar cada año de la cartera, pero el autor recuerda que el futuro es imprevisible y seguramente sea mejor mantener la tasa de retiro por debajo del 4%. También podemos usar una tasa ligeramente superior al 4% si somos flexibles con nuestros gastos en función de la evolución del mercado.

Mis conclusiones

Como he dicho al principio, me gusta este libro porque va más al grano sobre cómo invertir nuestro dinero para alcanzar la independencia financiera. También le pongo algunos peros:

  • Está muy centrado en el mercado americano, no solo en cuanto a los activos en los que invertir (exclusivamente fondos indexados de acciones y bonos norteamericanos), sino también en cuanto a los vehículos de inversión: Hay varios capítulos sobre Roth IRA, 401k y otros vehículos. No me parece mal, seguro que su público es mayoritariamente norteamericano, pero para un español lo más razonable es saltarse esos capítulos.
  • Creo que debería incluir al menos algo de lo que me gusta de otros libros, como por ejemplo incidir más en la parte del ahorro, hacerse un presupuesto…
  • Dice que a largo plazo lo más rentable son las acciones, y probablemente sea verdad, pero no habla sobre otro tipo de inversiones, que podrían ayudar a diversificar, como el oro, inversión inmobiliaria, activos digitales… Puede que la conclusión final sea que lo mejor es invertir 100% en acciones, pero quizás se podría ir un poco más al grano en lo que explica y dedicar parte del libro a hablar de estas otras opciones, aunque solo fuera para descartarlas.
  • Me gustaría que explicara un poco más que´ opciones tenemos para la retirada de activos una vez que se alcanza la independencia financiera.

1 comentario en “«The simple path to wealth» de J.L. Collins”

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